Es bien recordado en la zona que le llamaban  “La tienda 15 de Carvajal” por su ubicación, al negocio que con tanto amor y empeño Don Manuel Pimentel abrió al lado de su esposa Angelita hace más de ocho décadas. La gente le apodaba con cariño Don Meme, y acudían regularmente a realizar sus compras de abarrotes con él, pues desde entonces le caracterizaba su afán por ofrecer un trato amable y por dejar siempre satisfechos a sus clientes.

 

Más tarde, en su búsqueda por ofrecer los mejores y más demandados productos, Don Manuel decidió montar en su negocio un tradicional horno de leña e incursionar en el mundo de la gastronomía a través de la confección del pan, que sin saberlo se convertiría posteriormente en su gran pasión.

 

Cuenta la tradición que precisamente fue esa inquietud de Don Manuel por otorgar lo mejor, lo que le llevo a explorar recetas con  ingredientes propios de la zona, realizando mezclas y  pruebas poco convencionales a fin de crear productos exquisitos e inimitables. Fue en uno de esos intentos en donde Don Manuel perfeccionó el delicioso Pan de Queso que empezaba a ofrecerse en la zona.

 

Sin sospecharlo si quiera, la calidad de sus insumos, la originalidad de sus recetas y el amor y entrega con la que a diario se ofrecía el pan en su pequeña tienda, fue corriendo de voz en voz hasta convertirse en la panadería  preferida por los citadinos.

 

Después de unos años, fue su hijo Jesús Pimentel quién al lado de su esposa Leticia  decidieron expandir el negocio, su visión empresarial lo llevó a desarrollar la marca “Pimentel” que hoy es símbolo de prestigio en el gremio y representa como ninguna otra firma el característico Pan de Queso de Zacatlán.

 

Jesús heredó de su padre el ímpetu por compartir entre las familias mexicanas el amor por sus raíces a través de su gastronomía, por ello ha dedicado gran parte de su vida a mejorar el delicioso Pan de Queso y a crear productos únicos como el incomparable Pan Imperial o el Pan de Blueberry.

 

La firma Pimentel actualmente es presumida por quienes la conocen como “El deleite de Zacatlán”, así es como la recomiendan, porque más que un apetecible pan representa el placer por degustar sabores de nuestra tierra, en familia, con quiénes más amas, como un postre  acompañado de un chocolate caliente o un cafecito de olla, disfrutando de esos magníficos atardeceres acogedores y a la vez nostálgicos que entre el frío y  la neblina  sólo Zacatlán tiene.